Compilado por Carlos Jesús Segura Castilla
Balagué, N1 Torrents, C21Institut Nacional d’Educació Física de Catalunya, Universitat de Barcelona
2Institut Nacional d’Educació Física de Catalunya, Universitat de Lleida
(Conferencia presentada en las Jornadas sobre nuevas metodologías en
la actividad física y el deporte. UEM, Madrid)
Revista de Entrenamiento Deportivo, XIX, 3, 19-24.
Resumen
El papel del entrenador y su relación con el atleta/equipo se han visto modificados con
la introducción de las teorías de la complejidad y de los sistemas dinámicos en el
entrenamiento deportivo.
La visión mecanicista del atleta queda substituida por la de un sistema dinámico
complejo que interactúa con su entorno como un todo. El resultado de la interacción
entre los componentes del sistema produce la emergencia espontánea de respuestas y
soluciones por un proceso de auto-organización. Desde esta perspectiva el entrenador
pasa a ser un condicionante más del sistema, que actúa como catalizador del proceso de
entrenamiento.
Las funciones clásicas del entrenador son substituidas por otras que pretenden dar
respuesta al nuevo modelo de adaptación y que tienen como objetivo lograr una
optimización del rendimiento del atleta/equipo.
Introducción
Las limitaciones naturales de la clásica visión mecanicista del ser humano y de su
relación con el entrenamiento deportivo han provocado la introducción de un enfoque
distinto en las ciencias de la actividad física y el deporte. Según la nueva perspectiva, la
concepción del organismo humano como una máquina constituida por partes se
substituye por la de un sistema dinámico complejo, que interactúa con el medio como
un todo.
En lugar de focalizar el interés en la reducción del sistema en componentes más
pequeños y estudiarlos de forma atomizada, se pretende enfocar la atención en los
principios de organización básicos y comunes de dichos sistemas. Concretamente en los
seres vivos se da el fenómeno de la autoorganización, que los caracteriza con formas de
organización semejantes. Los organismos vivos son sistemas abiertos estructuralmente
porque necesitan un flujo constante de materia y energía proveniente del entorno para
reducir su entropía. Se dice también que tienen una organización cerrada porque no
precisan de programa, cerebro externo u orden que les haga evolucionar hacia formas de
complejidad crecientes, se auto-organizan.
El concepto de autoorganización determina una forma diferente de entender las
adaptaciones al medio y también al entrenamiento. A partir de aquí se produce un
cambio en la forma de entender el proceso de crecimiento y rendimiento del atleta, así
como de la optimización de las cargas y del papel del entrenador.
En este artículo se pretende explicar, a partir de esta forma distinta de entender el
principio de adaptación a las cargas, el nuevo papel del entrenador y su interacción con
el atleta/equipo. Para ello se empezará contrastando el modelo clásico, caracterizado por
lo que llamamos la metáfora del ordenador, por el nuevo, basado en el principio de
autoorganización. A continuación, se analizarán algunas consecuencias prácticas
relacionadas con el nuevo papel del entrenador.
1. Papel del entrenador según el modelo clásico de adaptación
El papel actual del entrenador puede entenderse a partir de la concepción mecanicista
del atleta y del modelo de adaptación predominante hasta el momento, basado en lo que
se ha venido en llamar la metáfora del ordenador (fig. 1). Según este modelo los atletas
se hallan equipados con un procesador central (el cerebro) con importantes capacidades
cognitivas –en relación jerárquica con el resto de estructuras y funciones corporales.
Dicho procesador precisa ser programado previamente para producir las respuestas
requeridas. En este contexto se espera que los inputs seleccionados (estímulos de
entrenamiento) produzcan, después de un procesamiento central de la información, los
outputs correctos (respuestas esperadas). Como los outputs deben estar en concordancia
con los programas preestablecidos y existe en general sólo una respuesta correcta (la
técnica correcta, la táctica correcta, etc) cualquier desviación de dicha respuesta es
considerada como un error. Si el atleta no es capaz de producir la respuesta adecuada en
las fases iniciales, se cree que progresará a través de las repeticiones de la secuencia
estímulo-respuesta y la comparación de los outputs con la respuesta de referencia
(Davids et al., 1994; Ingvaldsen y Whiting, 1997; Temprado y Laurent, 1999). Los
sistemas reguladores de los que dispone el atleta permitirán comparar constantemente el
rendimiento con el objetivo deseado para evitar los errores. En caso de que los sistemas
de retroalimentación del atleta no sean suficientes para ajustar adecuadamente la
respuesta, se añadirán otros medios para ayudar al atleta en esta dirección (Hughes y
Franks, 2004).
TRADITIONAL ROLE
COMPUTER METAPHOR
1. Percepción
2. Decisión
3. Acción motriz
4. Feedback
ENTRENADOR
Instrucciones
Correcciones
Programa
METAFORA DEL ORDENADOR
Fig. 1. Metáfora del ordenador para explicar las adaptaciones a las cargas de
entrenamiento.
El papel del entrenador en este contexto será el de:
- Definir previamente, con la ayuda de la investigación y de su experiencia, la respuesta
esperada (perfil condicional, técnicas correctas, tácticas de juego, etc….).
- Elaborar un plan individual, de acuerdo con el estado inicial del atleta (definido a
menudo con la ayuda de los tests clásicos) para conseguir los objetivos propuestos.
- Colaborar con el sistema regulador y de retroalimentación del atleta. El entrenador
hace las correcciones necesarias para ajustar la respuesta del atleta al programa,
prescribiendo por lo general más práctica (más repeticiones de la secuencia estímulo
respuesta) o bien un enfoque más microscópico y atomizado del entrenamiento para
corregir con detalle las desviaciones de la respuesta.
La relación atleta-entrenador en este contexto se basa en un principio jerárquico (el
entrenador representa el cerebro del sistema) ya que se supone que conoce las
respuestas y soluciones, mientras que el atleta es un mero ejecutor.
Cuando se pretende aprender un movimiento nuevo o entrenar una técnica (p.e. la
técnica de lanzamiento a canasta) el entrenador indicará al jugador cual debe ser la
posición de piernas, del brazo, del codo, su angulación, cómo debe producirse el
contacto con el balón, el golpe de muñeca final, la colocación de los dedos, etc. El
movimiento se repetirá sin balón, con balón, con salto, después de recepción, de finta,
etc. aumentando progresivamente la dificultad y procurando su mecanización. El
entrenador corregirá los movimientos erróneos proponiendo las repeticiones necesarias
para asimilar al máximo el movimiento al modelo correcto de lanzamiento.
Este papel del entrenador hace que el atleta vivencie que sus soluciones no son a
menudo las adecuadas, que es necesario que alguien o algo externo le dicte cuáles deben
ser sus respuestas y cómo puede realizarlas. Este rol pasivo hace que el atleta no
desarrolle confianza en sí mismo, dependa del entrenador y tenga miedo ante las
situaciones cambiantes, lo que afecta negativamente a la optimización de su rendimiento
deportivo.
2. Papel del entrenador desde la perspectiva de los sistemas dinámicos complejos
Para comprender el papel del entrenador desde la perspectiva de los sistemas dinámicos
complejos se hace imprescindible explicar el concepto de auto-organización, que nos
permite entender la adaptación a las cargas de entrenamiento desde este enfoque.
La autoorganización es un término general para los procesos por los cuáles surge el
orden y la estructura. Kelso (2000) la define como la formación espontánea de patrones
y el cambio en los mismos que se produce en los sistemas abiertos cuando operan lejos
del equilibrio. Los sistemas abiertos son estructuras disipativas (abiertas
estructuralmente, ya que se relacionan con flujos de materia y energía, pero cerrados
organizativamente ya que su orden y comportamiento no están impuestos desde el
exterior). Dichas estructuras se mantienen en un estado lejos del equilibrio y pueden
desarrollarse hacia formas de complejidad creciente debido a su comportamiento como
un todo y a los bucles de retroalimentación (Capra, 1996).
El mecanismo de auto-organización, que se empezó a utilizar, en el ámbito que nos
ocupa, para explicar los cambios de patrones motores en movimientos cíclicos y tareas
discretas (Schöner, 1990; Walter et al., 1993; Kelso, 1999) se ha extendido también a
movimientos balísticos y acciones deportivas (Torrents et al., en prensa).
De acuerdo con el principio de autoorganización, ya no es necesario que el atleta
conozca anticipadamente la solución, ésta emerge espontáneamente por la compleja
interacción entre los componentes del sistema, los factores ambientales y los
condicionantes de la tarea (Kelso, 1999). La fig. 2 contrasta el modelo de adaptación a
las cargas propuesto por la metáfora del ordenador y la adaptación basada en el
mecanismo de auto-organización. En el último no existe una única respuesta correcta
que responda al programa previo, sino que ésta varia en función de la interacción no
lineal entre los componentes del sistema.
Fig. 2. Contraste entre la interacción estímulo-respuesta (carga-rendimiento) según la
metáfora del ordenador y según el proceso de auto-organización.
Un aspecto interesante a destacar de este proceso es que cualquier cambio de estado
viene precedido por un aumento en la variabilidad de la respuesta, que se manifiesta con
una pérdida de coordinación y de rendimiento en las tareas deportivas. Dicha
variabilidad es la consecuencia necesaria de la compleja interacción entre los
componentes del sistema y los condicionantes para producir el movimiento. Por ello,
según la Teoría de Sistemas Dinámicos (TSD), la variabilidad y las fluctuaciones de la
respuesta ya no son consideradas como errores sino que representan las perturbaciones
necesarias para que el sistema se adapte y cambie. La variabilidad expresa flexibilidad
del sistema para ajustarse, para seleccionar o cambiar a nuevos patrones de respuesta.
Desde esta perspectiva las cargas de entrenamiento representan los estímulos que
provocan inestabilidad en el sistema y los condicionantes que promueven el proceso de
autoorganización y el desarrollo del rendimiento.
En este contexto el entrenador se considera un condicionante más del sistema que
interactúa con el atleta –en una relación heterárquica- para la optimización del proceso
de entrenamiento. Ya no es necesario que conozca y determine cuál debe ser la
respuesta correcta, ésta emerge del atleta de forma espontánea por un proceso de
autoorganización.
Retomando el ejemplo anterior sobre el lanzamiento a canasta, el entrenador, en lugar
de dar la solución sobre el lanzamiento correcto, planteará la realización de
lanzamientos en diferentes situaciones, sin informar al atleta sobre cual debe ser la
posición de sus extremidades o de las partes de su cuerpo. Puede utilizar imágenes para
que el jugador bombee más el balón o flexione más las piernas. También puede
promover el desarrollo de la técnica de lanzamiento utilizando diferentes superficies,
balones de diferentes pesos o volúmenes o cambiando la distancia de lanzamiento para
que el jugador descubra en cada caso la trayectoria más idónea. Por supuesto, también
puede sugerir al jugador que pruebe con un movimiento distinto. No es necesario que
intente repetir exactamente las situaciones ni los movimientos porque éstas nunca serán
las mismas durante la competición y porque los ejercicios variados, enfocados a
promover la adaptación al cambio, le permitirán estar en las mejores condiciones para
optimizar la acción en cada situación diferente que caracteriza la competición.
El nuevo papel desempeñado por el atleta o jugador promueve su auto confianza y
autonomía, a la vez que favorece la toma de decisiones propia de las situaciones
rápidamente cambiantes que se producen durante la competición.
Los nuevos roles del entrenador están en relación con el mecanismo de adaptación se ha
explicado:
- acompaña al atleta en el proceso
- acepta la individualidad del atleta
- aprende del atleta
- desestabiliza al atleta
- identifica la dinámica intrínseca del atleta
2.1. Acompaña al atleta en el proceso
Según el mecanismo de adaptación que acabemos de ver el atleta es el verdadero
protagonista del proceso. Ello no significa sólo que deba conocer los planes de
entrenamiento, como se entiende clásicamente, sino que es el responsable de las
respuestas y de su optimización. Nada ocurrirá que el atleta no quiera; la energía para
producir un cambio procede de su sistema.
Acompañar significa a veces desestabilizar y a veces colaborar en su estabilidad. En
general, después de la inestabilidad en la respuesta provocada por las cargas de
entrenamiento, se producen situaciones óptimas para los cambios cualitativos, ya que el
sistema tiende a buscar el equilibrio (homeostasis). Sin embargo, en algunos casos si el
entrenador no da un soporte adecuado al atleta en este proceso, es posible que después
de la inestabilidad se recupere el estado inicial reduciendo la efectividad del proceso.
No obstante, la presencia del entrenador no es siempre necesaria; el atleta es capaz de
evolucionar sin el entrenador durante ciertos períodos, aunque un seguimiento permite
facilitar y catalizar el proceso.
Un aspecto importante a tener en cuenta es que la participación del entrenador irá
orientada a incrementar la autonomía del atleta y a reducir la dependencia que el atleta
haya podido desarrollar respecto a su papel como entrenador. De este modo, las
instrucciones que dé al atleta no irán encaminadas a su respuesta final sino a favorecer
los mecanismos intrínsecos de percepción del atleta y su interacción con la acción
motriz y a estimular el descubrimiento de las soluciones adecuadas.
2.2. Aceptación de la individualidad del atleta
La substitución de los modelos únicos o modelos correctos del enfoque tradicional por
el respeto a la individualidad en la respuesta hace que el entrenador ya no intente
cambiar al atleta de acuerdo con el prototipo establecido.
El principio de individualidad clásico, orientado únicamente a los inputs (cargas
individualizadas para conseguir los mismos objetivos finales) es substituido por un
principio de individualidad que se orienta sobretodo a los outputs (promueve las
respuestas diferentes e individuales).
Paradójicamente la aceptación del atleta promueve más cambios que el deseo de
cambiarlo. La auto-aceptación del atleta, que puede ser promovida por la actitud del
entrenador, induce más a un desarrollo del rendimiento que a su estancamiento.
En oposición al principio del desarrollo completo, por el cual el entrenamiento debe
completar al atleta con aquellas cualidades de las que carece, el nuevo enfoque
considera que no existen soluciones únicas y promueve las soluciones individuales. Por
lo general, por más que un atleta entrene no podrá ganar aquellas cualidades de las que
carece al nivel requerido; en cambio, potenciando las que posee puede plantear
soluciones variadas e innovadoras que le permitan progresar. Hay que tener en cuenta
que no sólo las respuestas son individuales sino también las adaptaciones y las
interacciones (Schöllhorn, 2003). Por ello, para optimizar el rendimiento es importante
que el atleta no sea inducido a responder a ningún prototipo. De la experiencia de ser
ellos mismos –distintos de cualquier otro- el atleta y el entrenador aprenden que no es
necesario que quieran ser lo que no son (Rams, 2001).
2.3. Aprende del atleta/equipo
LEER MAS.....
https://www.paypalobjects.com/en_US/i/btn/btn_cart_LG.gif
Contactos:
Celular: 971985346
carlossegurac@yahoo.es
https://www.facebook.com/SeguraSport
http://carlossegurac.blogspot.com.es/
https://www.paypalobjects.com/en_US/i/btn/btn_cart_LG.gif
No hay comentarios:
Publicar un comentario